17 mar 2014

Mensaje mensual Marzo 2014 - Monte Faro de Luz

Marzo de 2.014
Monte Faro de Luz, Valencia de Alcántara

Cáceres - ESPAÑA


Ntra. Madre comienza su mensaje:

Pequeños míos, hijos míos, paz tengáis en vuestros corazones y luz, de mi Luz, en vuestras almas.

Pequeños míos hijos míos, paz tengáis en vuestros corazones y luz, de mi Luz, en vuestras almas.

Hijos míos, ¡qué bonito estar aquí Conmigo y con mi Hijo de Amor!. Y más aún, lo que ha hecho mi hijo, uno de mis hijos predilectos: daros a comer el Cuerpo y la Sangre de mi Hijo. ¡Qué hermosura si todo el mundo hiciese lo mismo! No habría rencores, ni insultos, ni peleas, ni guerras, ni odios… Pero el hombre en sí, hijos míos, no es bueno, por eso vosotros estáis aquí con mi Corazón pidiendo por todos los pobres pecadores.

También vosotros, hijos míos, tenéis que convertiros todos los días. Llevad siempre el Sagrario en vuestras almas para que allí vaya la Trinidad, y Yo también, en vuestros corazones, para que tengáis vida, hijos míos.

Meditad a mi hijo SANTIAGO este mes. Meditadlo, hijos míos, y veréis cómo al final, si lo hacéis, ganaréis mucho para vuestras almas y vuestro caminar.

¡Alerta, hijos míos! ¡Alerta humanidad! Los secuaces y la masonería, hijos míos, están dentro ya hasta en la Iglesia. Pedid mucho por mis sacerdotes, mis hijos predilectos; por el Papa, por la Iglesia; pedid también por este Santo lugar, mi Casa de Amor y mi Casa de Oración. Venid aquí, hijos míos, con mi Corazón. Hoy muchos hijos míos, muchos, y dentro de la Iglesia, no quieren saber nada de mis mensajes, quieren aplastar todas la apariciones del mundo, pero son ignorantes porque para Dios todo es posible.

Yo he venido y estoy aquí con vosotros porque mi Dios lo quiere y vengo a daros estas catequesis para que las llevéis en vuestros corazones y así vosotros podáis llevarlas a otros hermanos. Pero aquí, hijos míos, no se queda todo, tenéis que arriesgaros y llevar el Evangelio de mi Hijo al mundo. Hablad de mi Hijo, hablad mucho de Él, porque Él es el Amor, la Esperanza, la Salvación.

Buscad, hijos míos, no los tesoros de la tierra sino los tesoros del Cielo. El Evangelio es el tesoro del Cielo, hijos míos. Buscad y pedid porque muchos de vosotros, aquí y en el mundo, donde Yo me aparezco, me piden tantas cosas… Yo muchas las remedio, porque Yo puedo hacerlo. Sí, hijos míos, no os canséis de pedir a mi Corazón Inmaculado que pronto triunfará.

Hijos míos, más vale hacer estos sacrificios de venir aquí de lejos y estar conmigo pidiendo por la humanidad, que estar haciendo otras cosas que son vanas y no llevan a nada sino al Infierno.

Mirad, este tiempo es de oración y penitencia. Yo ya he dicho que se hagan tres días a la semana de ayuno: el lunes por todos mis hijos los sacerdotes, el miércoles por los tullidos, los enfermos, aquellos que están solos y abandonados, y el viernes, hijos míos, por la salvación de todos los hombres. Hacedlo los que podáis, hijos míos. Rezad mucho, rezad siempre el rosario, que tanto me agrada. Yo, como tantas veces os he dicho, estoy haciendo una alfombra con los pétalos de todos los rosarios del mundo para que así, un día, Yo, vuestra Madre, venga a llevaros al cielo.

Mirad, estos días, muchos sacrilegios, muchos pecados cometerá el hombre en la tierra, porque el hombre está dando la espalda a su Dios y no quiere saber nada de ese Dios Creador. Vuestro Creador os hizo para que un día moréis allí, en el cielo, en las moradas celestiales. Pero vosotros tenéis que ser más astutos, hijos míos, tenéis que ser valientes. Pisotead a Satanás, hacedlo con oraciones y decidle: vete de mí, que tú no eres bueno, que tú quieres mi condenación, yo soy de Dios, mi Creador, mi Todo.

Hijos míos, estáis pasando unos momentos muy graves y vosotros tenéis que ir más a la oración, al Sagrario, a ese mi Dios Hijo que está esperando en todas la iglesias y Sagrarios del mundo para que vosotros pidáis por la salvación de todos los hombres.

Hacedlo, hijos míos, hacedlo y pedid mucho por vuestros hijos, por aquellos a los que les da igual todo y viven una vida de pecado. Me da pena, hijos míos, que el niño de diez, doce, quince años, esté ya metido en el pecado. Yo lloro, porque son mis hijos y los quiero salvar a todos.

Sed buenos padres con ellos, decidles que mi Hijo está aquí para llevarlos un día al cielo.

Hijos míos, pedid perdón por vuestros pecados y haced esas penitencias que os digo, porque así hacéis un acto de amor a mi Hijo de Amor y así os sellará siempre con su Divinidad. Miradle el rostro, hijos míos, mirad siempre al cielo, allí está vuestro momento final.

Os quiero y os amo, hijos míos. Como mi hijo el sacerdote os ha dado la bendición perfecta del cielo, Yo os doy mi bendición, hijos míos. Adiós, pequeños míos, adiós, hijos míos, volved a esta, mi Casa de Amor, a mi Casa Faro de Luz. Venid que Yo os espero para daros las gracias, para daros todo aquello que me pidáis. No os olvidéis del agua del arroyo que cura y sana a los enfermos y los pobres pecadores.

Adiós, pequeños, adiós, hijos míos.

Ntra. Madre en Monte Faro de Luz.

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