CÁCERES - ESPAÑA
El vidente habla con nuestra Madre
Gracias Madre por estar aquí, gracias por todos estos hijos tuyos que han venido a estar contigo esta tarde, sánalos y cúralos.
Mensaje de la Virgen:
Pequeños míos, hijos míos, paz tengáis en vuestros corazones y Luz de mi Luz en vuestras almas.
Meditad, hijos míos, REYES; hacedlo.
Hijos míos, hoy vengo con mucho dolor, vengo llorando por esos hijos ingratos, por esos hijos que han dado la espalda a su Dios y quieren guerra, homicidios, mentiras, odios, rencores, blasfemias, y Yo os digo aquí, hijos míos, como en tantos lugares del mundo, que os sacrifiquéis por ellos, son mis hijos y vuestros hermanos.
Pedid, hijos míos, todos los días la Fe, la Esperanza y la Caridad; no os mintáis unos con los otros, sed buenos, sed, hijos míos, dignos de vuestro Dios; dad y llevad el amor a todos vuestros hermanos; aquellos que necesitan de vosotros.
Mi Dios, vuestro Dios, todo lo da gratis, también vosotros tenéis que darlo.
No os critiquéis los unos con los otros, sed humildes, buenos; id, hijos míos, al confesionario a pedir por aquellos también que necesitan el perdón; vosotros id a menudo a quitaros vuestras culpas, a estar a bien con mi Hijo, con vuestro Dios.
Hoy también os pido que pidáis por los sacerdotes, por mis hijos los predilectos ¡Ay de aquellos hijos míos que no lleven sus reglas como mi Dios y vuestro Dios quiere! Y no solamente los sacerdotes, mis hijos predilectos, sino también religiosos, religiosas, y también vosotros mis hijos tenéis que llevar un orden en la vida, tenéis que ser santos, la santidad solamente es pedirle a vuestro Dios, mi Dios:” Señor, hágase tu voluntad, yo también quiero ser santo”.
Veréis qué fácil es; si Yo fui esclava de mi Señor, vosotros también podéis serlo; ganareis el ciento por uno, hijos míos buscad el aroma de mi Hijo, sed perfectos, sed oradores Sagrario, Sagrario, Sagrario; mi Hijo espera con los brazos abiertos, como tantas veces os he dicho aquí en mi Casa de Faro de Luz.
Yo quiero que vosotros vayáis caminando a la Cruz de mi Hijo, está alta pero si vosotros de verdad sois discípulos de Él será todo de color de rosa.
Él espera con los brazos abiertos que vayáis para abrazaros a todos y un día no muy lejano llevaros a las Moradas Celestiales.
Amad mucho al Espíritu Santo, mi Esposo; pedidle, Él está siempre esperando vuestra llamada, volveos a Él y sed como niños.
Sí, hijos míos, como niños, sin malicia, sin maldades; pero eso sí, sed esclavos de vuestro Dios como Yo lo fui; y mira, mirad todo el mundo qué hizo de María, la muchacha pequeña, la hizo ser Madre de Dios, esposa del Espíritu Santo; en la Trinidad estoy Yo también amándoos y pidiendo también por todos vosotros, mis hijos de amor.
Sed humildes y sencillos no busquéis, hijos míos, las greñas, como decís en la tierra, unos con los otros; amaos esposos y esposas, hijos y padres, padres e hijos, que eso es lo que quiere mi Corazón, que seáis una familia grande, y pedid mucho por aquellos que llevan mal camino.
El Demonio entra, hijos míos, como tantas veces os he dicho, por los sentidos y cuando el Demonio entra, si no sois fuertes en la oración, hace estragos en los corazones.
Buscad y hallareis, hijos míos, llevad siempre las lámparas encendidas en vuestras almas y decid siempre: ”Jesús te amo, Jesús te amo, Jesús te amo”; decidlo muchas veces al día, y cuando llegue la noche:” Señor apiádate de mí que soy un pobre pecador; perdóname de todo mal que he hecho en este día”; veréis, hijos míos, que felices vais a ser siempre cuando tengáis el aroma de mi Hijo en vuestras almas; y eso sí, también os digo, haced un Sagrario para que more mi Hijo siempre.
Yo vengo llorando por esos hijos míos que mueren en esos mundos de odio, de guerra, de mentira, de falsedades ¡Ay, hijos míos, si no piden perdón, si no piden perdón difícil es que entren en el Reino de los Cielos! El éxodo que hay en el mundo de tantos hijos que mueren en el camino, que al final, hijos míos, son mártires del cielo y también de la tierra.
Yo soy vuestra Madre de Amor y Misericordia y Yo os pido que vosotros deis a aquellos que no tienen nada, que recéis por aquellos que están solos y abandonados.
Hijos míos, el mundo se destrona, las guerras vendrán y están viniendo; las guerras nucleares, hijos míos, estarán cerca; los ríos se desbordaran, se llevarán casas y ciudades y el mar se tragará a tantas generaciones; pero eso es todo por el pecado, hijos míos, porque los brazos de mi Hijo ya no pueden sujetar los brazos de su Padre, mi Dios vuestro Dios, por tantos pecados que comete el hombre y han llegado a las bóvedas del cielo.
Yo vengo aquí como en tantos sitios del mundo a deciros siempre: convertíos, rezad por los pobres pecadores.
Qué lástima y qué dolor tiene mi Corazón de ver tantos jóvenes hijos míos que se van fuera del redil de su Padre, mi Dios y Señor.
Vosotros, hijos míos, estáis aquí oyéndome esta catequesis, os pido y os digo: salvad Conmigo al mundo y venid a rezar Conmigo y a pedir Conmigo aquí en Faro de Luz que ya es grande, porque todos vosotros sois grandes, todos los que habéis venido de antes, después y ahora sois mis hijos queridos.
No me olvidéis y venid a pedirme a mi Corazón; llevad el agua del arroyo, porque el agua del arroyo ya ha curado a muchas almas; tened fe y confianza en todo lo que yo os digo, porque mi Dios y Señor así lo quiere
No bebáis el agua, pero podéis darle en el cuerpo a las almas que necesitan de esos dolores también para el alma.
Hijos míos, no os olvidéis también de hacer la penitencia de un día en silencio y de hacer cuando podáis el Santo Viacrucis, la Pasión de mi Hijo; meditadla, veréis como al final mi Hijo y todos vosotros estaréis en la Cruz llevando la Cruz de mi Hijo de Amor.
Os amo, hijos míos, y Yo os pido, como al principio, que pidáis por los pobres pecadores, por el Papa, por sus intenciones, por tantos mártires que hoy en día tiene la Iglesia ya de tantos hijos míos que mueren cada día sin tener consuelo de nadie.
Os amo, hijos míos, y os doy mi bendición, pero antes, como siempre, mi Dios Padre, vuestro Dios Padre Creador, mi Hijo de Amor, todos mis hijos del mundo, el Espíritu Santo mi Esposo Santificador, y Yo vuestra Madre Miriam, Corazón de María, Faro de Luz, Faro de Luz, Faro de Luz.
Ahora nuestra Madre habla con el vidente: “Hijo mío, no te olvides de tu humildad, busca la humildad, deja el mundo, vive en pobreza, ama al prójimo, sirve a tu Dios como Él quiere, ora mucho por todos tus hermanos.
Mi pequeño gusanico te hemos elegido para que tú des el testimonio de mi Corazón a todos mis hijos; sigue caminando, pequeño, y lleva la Palabra de mi Hijo, el Evangelio a aquel que está siempre a tu lado; acoge a todos en tus brazos, pequeño, se nada, se pequeño, se humilde, así te quiero, pequeño
” Adiós, pequeños míos, adiós hijos míos, adiós hijos
Ntra. Madre en Monte Faro de Luz
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