2 may 2014

Abril 2014 - Mensaje mensual Monte Faro de Luz - España

5 de Abril de 2.014
Monte Faro de Luz
Valencia de Alcántara Cáceres - ESPAÑA


Ntra. Madre comienza su mensaje:

Pequeños míos, hijos míos, paz tengáis en vuestros corazones y luz, de mi Luz, en vuestras almas.

Gracias, pequeños míos, por estar en mi casa de amor, Faro de Luz. Yo doy Luz a todos mis hijos. Vosotros, pequeños míos, venís aquí, a mi Casa, sois mis hijos de Luz y Yo derramo Luz para vosotros y vuestras familias.

Meditad, hijos míos, REYES.

Hijos míos, penitencia, ayuno, oración es lo que os pido a vosotros y a todos mis hijos del mundo. Yo, vuestra Madre, estoy allá, en cualquier lugar, dando estos mensajes de amor y salvación.

Lloro, hijos míos, porque el hombre no llora, porque el hombre ha dado la espalda a su Dios, porque el hombre busca sus caprichos, su bienestar, sus oros, sus dioses y lloro por tantos sacrilegios del hombre a la Divinidad, al Amor de los Amores, a mi Hijo, a vuestro Dios.

Una vez más, hijos míos, os digo que no toméis la comunión en la mano, tomadla en la boca. Hijos míos, aunque os llamen locos, aunque hablen de vosotros, como de otros hijos míos del mundo ¿Sabéis cuántos sacrilegios comete el hombre por coger a mi Hijo en sus manos? Yo lloro porque el hombre no tiene conciencia de quién es mi Hijo.

Tenéis que ser adoradores, tenéis que ser, hijos míos, hombres fuertes, sumisos y obedientes.

Hijos míos, Satanás cerca a los hombres, los amamanta con placeres, oro y gustos, y cuando ya los escoge, estos hombres, mis hijos, se desmoronan, son nada y es difícil que vuelvan al redil, a las manos de mi Hijo, mi Dios vuestro Dios.

Por eso os pido que oréis mucho, que recéis mucho, hijos míos, que os améis mucho, que sean todas vuestras casas, casas de Nazaret. Imitad a mi Esposo, a mi Corazón y al Corazón de mi Hijo, que no haya rencillas entre unos y otros. Como tantas veces os he dicho: amad los esposos a las esposas, las esposas a los esposos, los hijos a los padres y los padres a los hijos. Buscad la humildad, hijos míos, y echad fuera el yo, que es la soberbia del hombre, que al final no lleva a nada bueno.

Imitad mucho a mi Hijo, imitadme a Mí en la pureza, en la caridad, en el amor. Son días, hijos míos, de oración y penitencia. Hacedla, cuando veáis los pasos, como vosotros decís aquí en la tierra, que viene el Nazareno, que viene la Soledad. Que se incruste en vuestros corazones, que viváis, hijos míos, el Calvario que pasó mi Hijo y que Yo pasé también. ¡Buscadlo, imitadlo! Que salga de vuestros corazones el dolor y las lágrimas de verdad, que sepáis amar a mi Hijo de Amor y así seréis más felices en el mundo.

No os olvidéis, hijos míos, del Sagrario, de ir al Sagrario. De estar un rato con mi Hijo, hablándole allí, los dos. Pedidle por todas estas cosas que tenéis en el corazón, de un hijo, de un esposo, de un familiar, de un amigo, de vosotros mismos. Buscad la santidad, hijos míos, es la que quiere mi Dios Creador, y lo dice: “sed santos como vuestro Padre Celestial es santo”.

Venid a este lugar, hijos míos, que Yo os doy Luz y os estoy bendiciendo a todos vosotros y a vuestras familias. Haced el bien. Meditad esto, el bien de corazón. Dad limosna, hijos míos.

La Iglesia es vuestra Madre. Id, no un rato sólo, mucho rato, porque allí está mi Hijo de Amor, en el Sagrario, esperándoos a todos. La Santa Misa, oídla con devoción. Hijos míos, Yo os quiero llevar al cielo a todos, pero vosotros tenéis que ser buenos, sencillos, puros. Ya sabéis que al cielo va la pureza, al Infierno va la podredumbre. Por eso, hijos míos, caminad en silencio, pero fuertes. No os olvidéis de pedir por el Papa, mi hijo de amor, por los sacerdotes, por los obispos, por los religiosos… Pedid que mi Dios, vuestro Dios, mande muchos sacerdotes y religiosos santos a la tierra.

Vosotros sois la sal del mundo y vosotros tenéis que salarla, hijos míos. Sois sacerdotes reales y tenéis que ser santos. Buscad la santidad, hijos míos.

Por eso estas catequesis que Yo os doy, estos mensajes de salvación, leedlos, practicadlos y difundidlos, porque Yo estoy aquí, con todos vosotros, con dolor, llorando por tantos hijos ingratos que están haciéndose ellos mismos mucho daño ¡Ay, si supierais cuántos hijos míos se condenan por no saber llevar la verdad en sus corazones!. Todo da igual en este mundo: unos viven con desorden, buscando placeres de la vida y no buscando los tesoros del cielo, la riqueza más hermosa que mi Dios, vuestro Dios, os ha dado y os da.

Hijos míos, os amo tanto que por eso Yo quiero que vengáis a mis plantas a pedirme, porque Yo soy Consuelo de Amor, soy Luz, soy vuestra Madre de Amor y Misericordia. Coged agua, hijos míos, ¡no os olvidéis! Para los enfermos, para los pobres pecadores y para vosotros.

Hijos míos, id por el mundo llevando el Evangelio de mi Hijo, que es la Palabra y la Salvación. Buscadle a Él, es la Vida, el Amor, la Salvación. Ahora, hijos míos, Yo os bendigo, pero como siempre mi Dios Padre Creador, vuestro Dios Padre Creador, mi Hijo Salvador, el Espíritu Santo mi Esposo Santificador y Yo, vuestra Madre Miriam, Corazón de María, Faro de Luz, Faro de Luz, Faro de Luz. Adiós, hijos míos, adiós pequeños.

Buscad, hijos míos, como os he dicho, la penitencia, el ayuno, la confesión. Adiós hijos.

A continuación Nuestra Madre se dirige al Vidente: Has visto, has visto, pequeño, que vengo de negro, porque lloro por todos mis hijos, pero al menos todavía hay hijos míos que me quieren consolar... Hijo mío, cuánto dolor tiene mi Corazón. Cuántos hijos ingratos se van al Infierno. Tú, pequeño, sigue caminando y obedeciendo a mi Hijo y a mi Corazón. Sigue con dolor, porque ese dolor es mi dolor. Yo te consolaré.

Pequeño, tienes que pasar tantas cosas todavía… Pero mira siempre al Corazón de mi Hijo y clávate de rodillas pidiendo también por tus pecados y perdón por toda la humanidad. Hijo pequeño, gusanico mío, te quiero también, pero te quiero más humilde. El yo, quítalo, hijo mío, las vanaglorias, esas cosas que estorban en tu corazón. Pídele a mi Hijo que esté siempre a tu lado.

El vidente el que se dirige a la Virgen 

Madre, tantos hijos tuyos me piden que pida por ellos… Yo vengo y estoy aquí pidiéndote por todos ellos. Sánalos, cúralos, necesitan, Madre, de Ti y de tu Hijo Jesús, nuestro Jesús; vienen con dolor y quieren que les alivies y que les cures y les sanes.

Ella le contesta:
Ya te dije, hijo mío, que cogieran el agua del arroyo, que curaría a unos del cuerpo y a otros del alma. Que tengan fe porque ha habido muchas curaciones. Muchos de mis hijos que se han curado no han venido más. Yo, como Madre de amor, también sufro por aquellos que se olvidan de todo lo que mi Corazón les ha dado. Pedid también por todos ellos. Adiós, pequeño mío, adiós, gusanico, adiós, hijo.

Ntra. Madre en Monte Faro de Luz.

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